viernes, 23 de febrero de 2018
lunes, 12 de febrero de 2018
De las enfermedades por comparación a los premios del cielo que esperamos – Por el Padre Luis de Lapuente.
Lo primero has de considerar, que la
sabiduría de nuestro gran Dios y Señor, como dispone todas las cosas de esta
vida mortal en número; peso y medida, del modo que se ha visto, así también
ordena las que pertenecen a la vida eterna; pero de tal manera, que el número,
peso y medida de los trabajos de esta vida, es breve, finito y moderado: más el
de los premios tiene un modo de inmensidad e infinidad eterna con tanto exceso,
que quien los conoce abraza con sumo gusto cualesquiera trabajos, por grandes y
largos qne sean, pareciéndoles muy pequeños y breves como expresamente lo
enseñó el Apóstol cuando dijo: Las aflicciones de este tiempo
no son dignas de la gloria que se descubrirá en nosotros, y nuestra tribulación
momentánea y ligera en esta vida produce sobre toda medida un peso eterno de
gloria en el cielo; de donde claramente puedes sacar, que si tus trabajos
te parecen largos y grandes, es porque no tienes la estima y amor que debes de
los premios eternos; porque si estimaras el premio en mucho, tuvieras los
trabajos en poco; y si amaras mucho a Dios, sintieras poco el trabajo con que
se busca; y si el amor de Raquel hizo
que el trabajo muy largo y penoso le pareciese a Jacob corto y suave, también
el amor de la vista clara de Dios y de su amorosa contemplación te endulzaría
la enfermedad de tal manera que aunque fuese larga, te pareciese breve; y
aunque fuese penosa, la tuvieses por suave. ¿Quién de los apóstoles padeció más
trabajos que San Pablo? ¿Quién más tribulaciones y persecuciones? ¿Quién más necesidades
y enfermedades, hasta darle de bofetadas el ángel de Satanás con el aguijón de
su carne, ora este aguijón fuese algún dolor agudo de ijada, o alguna tentación
fuerte de la carne, o alguna persecución terrible de la gente de su linaje?
Pero esto, y todo lo que padeció por largos años, le pareció tan breve, y tan ligero,
que lo llama momentáneo cosa que
dura un momento, y se pasa en un instante, y apenas es sentido, cuando ya se ha
ido; porque la grandeza del amor de Cristo, y la grande estima del premio
eterno, se lo hacía llevadero todo.
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