jueves, 11 de febrero de 2021

APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES EN 1858.







Jueves, 11 de febrero 1858



    Once de febrero de 1858, Lourdes y sus contornos estaban soñolientos bajo un cielo gris y triste. Un frío intenso, punzante entraba por las fisuras de la ventana de la celda.
    En un rincón de ella, Francisco Soubirous yacía en cama enfermo; la lumbre se había apagado, no había leña, Bernardita y su hermana María Antonieta decidieron ir a recogerla a orillas del río, o en la propiedad comunal.

    Demasiado mal tiempo, observó la mamá, para ti Bernardita que tienes tos, podrías enfermarte. Oh! yo salía en Bartrés aún con tiempo así, responde dulcemente la niña. En ese momento entra una jovencita de 15 años, llamada Juana Abadie, cuando oyó de qué se trataba.

   -Oh! yo voy también grito saltando de alegría, y golpeando las manos.  Enseguida estuvo de vuelta, diciendo que sus padres le habían dado permiso para ir al bosque. Las chicas tanto suplicaron y rogaron que la madre al fin consintió, con la condición de que Bernardita se cubriera con su capuchón de lana blanca.

    El tiempo se mantenía gris, caía una llovizna fina que helaba.

    Las tres chicas estaban demasiado ocupadas, en buscar ramas secas y huesos, para advertir la garúa y el frío. Ya habían pasado la calle que corre a lo largo del cementerio y donde generalmente encontrábase leña. Continuaron, descendieron por la costa que conduce al Ponte Vecchio sobre el Gave y haciendo alto quisieron convenir hacia donde irían, si hacia el curso superior del río o siguiendo la corriente.

   Brincando, bien pronto llegaron a la bajada que hoy conduce a la Basílica, atravesaron el canal de Savy por un puente de madera que no estaba lejos del molino del mismo nombre y entraron en el prado. De repente, la primogénita de Soubirous se detuvo, un escrúpulo la asaltaba: ¿si la tomaban por ladrona? Y pronto le ocurre una idea infantil¿Oigan si fuéramos a ver dónde termina el canal?... Dicho y hecho: se encaminaron por la orilla del arroyo. Aquí el prado iba poco a poco estrechándose y venía a terminar casi en punta: después las chicas no pudieron avanzar más. Se encuentran sobre un banco de arena y piedra el lugar donde el canal se echa en el Gave. Allí a su frente, al pie de una roca quebrada y casi a pico se abría una cavidad poco profunda entre los arbustos y la hiedra que aparecía como media cúpula irregular y sobre ella, a, la derecha, mía, entrada formaba un camino inclinado que llevaba a una abertura ojival por la que penetraba la luz.

    Las chicas miraron con curiosidad¡Qué suerte! en la, gruta, había ramas secas que el Javo, había dejado en. la, última creciente y también había huesos; además estando en reparación el molino de Savy, las compuertas del canal estaban cerradas y no dejaban pasar más que un hilito de agua; podrían atravesarlo sin dificultad.

    Juana y María Antonieta no pensaron mucho, como no tenían medias entraron en la escasa corriente con los zuecos en la mano. ¡Qué fría está el agua! Gritaron. Allí el agua era más profunda de lo que parecía y subieron más el vestido para no mojarlo. Bernardita, escandalizada, gritó a la hermana.

    — ¡Qué haces María!, deja más bien que se te moje la pollera.
    La hermana obedeció y con la compañera entraron en la gruta donde se acurrucaron para calentarse los pies.

    Bernardita indecisa no sabía que hacer; temía, que el agua fría la enfermara. Llamó a su hermana y a Juana para que la ayudaran a tirar piedras en el canal de modo de poder pasarlo sin mojarse los pies.

    —Has como nosotros, le respondieron las dos. Pero María Antonieta tuvo compasión de su hermana tan delicada por su mal y se ofreció para llevarla cargada. No, gracias, dice Bernardita, eres muy chica y caeremos las dos al agua... pero si Juana quisiera... Esta era más alta y más robusta, pero aun ofendida por lo de las polleras le dijo: —No eres más que una llorona y una cargosa. Si no quieres pasar, quédate.

   Hola! Responde Bernardita seriamente, si quieres pelear anda a otra parte y no aquí…

   — ¿Y porque no aquí como en cualquier parte?

   —Vamos estas muy mal y harías mejor en rogar al buen Dios.

    Juana de despecho, como confesó más tarde, recoge los huesos y las ramas y arrastra consigo a María Antonieta a lo largo de la orilla del Gave. Ya están lejos…

    Cansada de esperar, Bernardita, probó de tirar grandes piedras en el canal, pero el agua muy profunda, pasaba sobre ellas.

    Fué a mirar más lejos, si la corriente se estrechaba. En vano, retornó a la gruta decidida a pasar también ella, el arroyo descalza. Era mediodía.

    Pero dejemos aquí la pluma a la misma Bernardita: en sus apuntes íntimos, una sencillez deliciosa y natural brilla sobre cada palabra como la gota de rocío sobre la hoja de la hierba.
“Me había sacado solo una media, cuando oí un rumor como una ráfaga de viento. Miré hacia el prado y noté que las hojas de los árboles, no estaban agitadas. Continué descalzándome y de nuevo el mismo rumor, levanté la cabeza hacia la gruta y vi una Señora vestida de blanco. Ante esa visión me sobresalté y creyendo soñar me froté los ojos. Pero yo veía siempre a la Señora. Entonces saque del bolsillo el Rosario e intente hacer la señal de la cruz; pero mi mano no pudo llegar hasta la frente. Aumentaba mi sorpresa y temor. La Señora tomó el rosario que tenía en las manos e hizo la señal de la Cruz. Traté de hacer lo mismo y esta vez lo conseguí. Sentí enseguida desvanecer esa turbación que me había invadido, me arrodillé y recé el Rosario frente a la Señora bella. Cuando hube terminado, me hizo señal que me aproximara, pero yo no osé y Ella desapareció”. 


Libro para descargar en PDF. "SANTA BERNARDITA SOUBIROUS" AÑO 1940.


 



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miércoles, 10 de febrero de 2021

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES. NOVENO DÍA.


 


Desde SALUTARIS HOSTIA

 

  

La novena tiene el Imprimátur emitido por el Gobierno Eclesiástico de la Archidiócesis de Buenos Aires en 1926.

 

 

COMENZAMOS: 2 de febrero.

 

FINALIZAMOS: 10 de febrero.


 

APARICIÓN: 11 de febrero de 1858 en Lourdes.

 

 

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

  

ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Señor mío Jesucristo, Redentor amoroso de las almas, que te dignaste enviar a la tierra a tu Madre Inmaculada para que fuese la mensajera de tu misericordia, anunciando a los hombres la penitencia, me postro humilde a tus pies, e imploro con profundo arrepentimiento el perdón de mis innumerables culpas. Para comprender el precio de la gracia y el amor que te inspira un alma sin mancha, me basta contemplar la incomparable hermosura de la cual te dignaste revestir a tu Madre purísima. Por lo mucho que el pecado ofende a tu bondad infinita y por lo mucho que deseo amarte, me pesa, pues, de corazón por haberte ofendido y manchado mi alma creada a tu imagen y semejanza. Derrama, Señor, sobre mí tu misericordia; yo, ayudado con tu gracia, haré la penitencia que, en tu nombre, me pide tu Santísima Madre; me haré digno de tu perdón y mereceré la perseverancia en tu santo amor y servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

 

 

  

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

Al presentarme ante tu imagen sagrada, ¡oh Inmaculada y bondadosa Madre!, para honrarte en esta novena, bajo el nombre bendito de Virgen de Lourdes, cumplo con el deseo que manifestaste a todos tus hijos por medio de Bernardita, la hija predilecta de tu amor. Quisiste ver a las muchedumbres postradas a tus plantas y para atraerlas más eficazmente, nos hiciste entrever los esplendores del Cielo, mostrándote en toda la hermosura de tu eterna juventud. Como la paloma del Cantar de los Cantares, te asomaste a las aberturas de la piedra, a la Gruta de la montaña, y el mundo contempló admirado los reflejos de tu resplandeciente rostro y oyó los ecos de tu voz dulcísima. Confirmando con tu palabra venida del Cielo la palabra del Pontífice Supremo que acababa de proclamarte, a la faz de la tierra, Inmaculada en tu Concepción, llenaste su corazón de consuelo y al mundo Católico de júbilo. Las lágrimas y los gemidos de tus hijos, agobiados bajo el peso de sus miserias, llegaron hasta el trono de tu misericordia, y llevada de tu inmensa compasión, acudiste presurosa para sanar sus cuerpos y sus almas. Mandaste, y luego de la tierra dócil salió el agua benéfica y cristalina, cuya misteriosa virtud devuelve vista al ciego y palabra al mudo, vida a los miembros muertos, imagen sensible de la gracia que, pasando por tu Corazón, transforma y resucita a las almas.

  

A tus pies vengo, pues, ¡oh Madre amante!, para escuchar tu voz, exponer mis necesidades y solicitar tus maternales favores. Bernardita era pura cuando se acercaba a la Gruta donde tú la atraías: yo, que soy criatura tan culpable, ¿me atreveré a acercarme al trono de la pureza que rodean los ángeles del Cielo? Tu bondad para con los pecadores me alienta, ¡oh María! Dadme luz, ¡oh Reina de la Sabiduría!, cúbreme con el manto de tu maternal protección, para que en esta novena comprenda tus enseñanzas, me someta a tus consejos, los practique con amor, aleje de mi alma la ira de Dios y merezca en cambio su gracia y su amor. Amén.

 




 

 

DÍA NOVENO – 10 de febrero.



MEDITACIÓN: LOURDES, TRONO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.

 

  

El mundo había visto las maravillas acaecidas alrededor de la gruta; había sido testigo de los prodigios obrados por la visión; había contemplado los éxtasis de la pastorcilla; había visto brotar la fuente milagrosa; conocía los milagros producidos ya por sus saludables aguas, pero, aunque en el corazón de los creyentes no cupiera duda alguna acerca del origen de tanta maravilla, nadie, ni aún la niña sabía a punto fijo quién era la Señora de la Visión.

 

El día 25 de marzo, Bernardita sintió un irresistible impulso hacia la gruta. Obedece dichosa y se traslada a Massabielle. Extraordinaria concurrencia la espera. La niña se pone en oración con su rosario en la mano y pronto un súbito estremecimiento y alteración de su rostro anuncian que la Virgen aparece. La niña se acuerda entonces que su cura le ha mandado preguntar su nombre a la Visión.

 

—“Señora, —le dijo—, ¿queréis tener la bondad de decirme quién sois?”

 

Tres veces la pobre niña le hizo esta pregunta, pues a las dos primeras la Visión le contestaba con inefable sonrisa. A la tercera, elevando sus manos juntas a la altura del pecho, y alzando sus ojos al cielo, y envolviendo a la niña en arrobadora sonrisa contestó:

 

   —“Soy la Inmaculada Concepción”.

 

Al oír el párroco el relato de la niña lo comprendió todo. Ni él ni el pueblo cristiano se habían engañado, la Visión era Ella, la Virgen, la Madre de Dios. Esta aparición corona la obra de María en la gruta. En ninguna parte del mundo, María se ha aparecido con ese nombre; la gruta de Lourdes será el santuario privilegiado de la Virgen sin mancilla, escogido por Dios mismo para honrar este privilegio de su madre: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

  

En esta palabra tiene el cristiano toda su oración; ella encierra el secreto de todas sus esperanzas. Para honrar el privilegio de la Concepción Inmaculada, y por la virtud de la Inmaculada Concepción, brotan de las fuentes los milagros; y en la gracia de la Inmaculada Concepción hallan los pecadores las dulzuras de la misericordia, pues que la Concepción Inmaculada de María es el principio de esta Misericordia, siendo como lo es el principio de nuestra redención. Dichosos los templos encargados de custodiar este sagrado tesoro. ¡Dichosas las almas que hacen especial profesión de honrar con su devoción a la Santísima Virgen, bajo el nombre de Lourdes, en su Purísima Concepción! Dichosas más aún aquellas que para honrarla mejor privan a su cuerpo de todo placer carnal aún lícito, con el fin de imitar, en cuanto es dado a la pobre debilidad humana, la pureza Inmaculada de María. Estas almas, ángeles con cuerpo mortal, en la tierra recibirán las caricias maternales de María, y en el Cielo su pureza recibirá un aumento de gloria que sólo las almas puras tendrán la dicha de gozar.

 



—Aquí se medita y se pide la gracia que se desea conseguir. En seguida se anuncian las intenciones generales: La Santa Iglesia, la Patria, los gobernadores eclesiásticos y civiles, la enseñanza católica, la salud de los enfermos, y la conversión de los pecadores.

 

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

  

SALUD DE LOS ENFERMOS: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

  

REFUGIO DE LOS PECADORES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

 

 

  

Oración del día noveno

 

 

   ¿Qué te diremos, ¡oh Virgen de Lourdes!, en recuerdo de ese día en que, mostrándote vestida de luz y de celestial esplendor, has revelado tu nombre y pronunciado estas palabras: Yo soy la Inmaculada Concepción”? ¿Qué decirte sino caer a tus pies y contemplar tu hermosura sin mancha, que ha encantado, desde la eternidad, al Corazón mismo del Dios Todopoderoso?

  

   Viéndote, ¡oh María!, la más hermosa de las criaturas, la Trinidad Santa se ha conmovido en la profundidad inmutable de la eternidad, y de un polo al otro de los cielos infinitos ha resonado un grito de admiración, de respeto y de amor, una exclamación trina y una, la exclamación de Dios. Dios Padre ha dicho: “He ahí mi Hija”. Dios Espíritu Santo ha dicho: “He ahí mi Esposa”. Dios Hijo ha dicho: “He ahí mi Madre”.

  

   También nosotros, ¡oh Inmaculada!, nosotros a quienes Jesús ha elegido por hermanos rescatándonos con el precio de su Sangre, nosotros que hemos sido encomendados a Ti al pie de la Cruz, también nos atrevemos a decirte con filial confianza: “Virgen María, tú eres nuestra Madre. ¡Ven pues a nuestro socorro! ¡Ven, Tú que has sido concebida sin pecado, que has vivido sin pecado y has muerto sin pecado! ¡Ven, Inocencia íntegra, a curar a la pobre raza humana cubierta enteramente de la lepra del mal ! ¿Quién nos salvará, ¡oh María!, sino aquella que ha criado al Salvador? ¿Quién tendrá bastante compasión y ternura, sino nuestra Madre? ¿Quién tendrá bastante fuerza y poder sino la Hija de Dios, la Esposa de Dios, la Madre de Dios?”.

 

 

¡Inmaculada Concepción!, Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros. Amén.

      



PRÁCTICA: En todos los acontecimientos de este día, buenos o malos, acudir a María pidiéndole sobre toda la gracia de imitar en cuanto sea posible, su pureza inmaculada.

 

 

  

GOZOS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

  

Virgen Santa Inmaculada,

De la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Allá en las verdes riberas

Donde sus aguas de plata

El manso Gave desata

Dando vida, inspiración.

A la sombra de sus bosques

La humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

De verduras tapizadas

Se levantan sus montañas

De cuyas ricas entrañas,

Con admirable primor,

Se desprende una ancha Gruta

Que cubre silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Hacia las faldas del monte

Subió un día Bernardita,

La aldeana de Dios bendita

Por sus gracias y candor,

A formar haces de leña

Que diera fuego a su choza.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Súbitamente a la Gruta

De luz un rayo ilumina,

Y en una aureola divina

Más esplendida que el sol,

La reina del Cielo y tierra

Su planta en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

“No temas, hija querida,

Levanta a mí tu mirada,

Soy María Inmaculada,

Soy la Madre de tu Dios

Por teatro elijo este sitio

De mi mano portentosa”.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Dijo la Virgen, y envuelta

Por los pliegues de una nube

Al Cielo de nuevo sube

Que a su paso se entreabrió:

La aldeana vuelve a la vida,

De placer su alma rebosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Al pie de esta misma Gruta,

Diez y ocho veces la aldeana

De la Virgen soberana

La vista recibió,

Otras tantas desafiando

Al malvado victoriosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Sellar quiso sus bondades

La Señora eternamente,

Con una límpida fuente

Que entre las rocas brotó,

Al contacto repentino

De la niña candorosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

En esas aguas del cielo

El hombre encuentra la vida,

Huye la muerte aterrada,

Calma el triste su dolor,

Y en los triunfos de María

La Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

El lejano peregrino

Va a postrarse ante esa roca

Donde el mundo entero invoca

Tu Divina Concepción.

¡Bendita seas, María!

Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Virgen Santa Inmaculada

De la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

 

 

  

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

Acabo de recibir de tus labios divinos, ¡oh piadosa Madre!, las lecciones que das a la tierra por medio de tu gloriosa y misericordiosa aparición. Para probar tu misión divina a la tierra has multiplicado, como lo hizo tu hijo Jesús, los milagros a favor de los hombres, dando la vista a los ciegos, oído a los sordos; habla a los mudos y salud completa a los enfermos agobiados por toda clase de dolor.

    

En estos enfermos, ¡oh Madre piadosa!, reconozco las dolencias de mi alma que tú has venido a sanar. En su ceguedad, ¡oh María!, mi alma se ha extraviado del camino del bien. En su sordera, ha desentendido la voz de Dios que la llamaba atrayéndola con las caricias de su gracia. En su mudez, ha dejado de alabar a Dios por sus grandezas y beneficios y agobiada por sus múltiples enfermedades, ha dejado de practicar el bien y la virtud. ¡Oh María, refugio de los pecadores y salud de los enfermos!, sana mi alma de las enfermedades que la aquejan. Guíame sin cesar por el camino del bien, haz que mi alma oiga siempre la voz de Dios y no la desatienda jamás, y que cante siempre sus alabanzas; líbrala de todas las enfermedades que la agobian, para que libre del peso de la tentación y del pecado, siga tus huellas, imite tus virtudes y te acompañe en tu vuelo hacia la patria feliz. Así sea.

 

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 


martes, 9 de febrero de 2021

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES. OCTAVO DÍA.


 



Desde SALUTARIS HOSTIA

 

  

La novena tiene el Imprimátur emitido por el Gobierno Eclesiástico de la Archidiócesis de Buenos Aires en 1926.

 

 

COMENZAMOS: 2 de febrero.

 

FINALIZAMOS: 10 de febrero.

 

APARICIÓN: 11 de febrero de 1858 en Lourdes.

 

 

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

  

ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Señor mío Jesucristo, Redentor amoroso de las almas, que te dignaste enviar a la tierra a tu Madre Inmaculada para que fuese la mensajera de tu misericordia, anunciando a los hombres la penitencia, me postro humilde a tus pies, e imploro con profundo arrepentimiento el perdón de mis innumerables culpas. Para comprender el precio de la gracia y el amor que te inspira un alma sin mancha, me basta contemplar la incomparable hermosura de la cual te dignaste revestir a tu Madre purísima. Por lo mucho que el pecado ofende a tu bondad infinita y por lo mucho que deseo amarte, me pesa, pues, de corazón por haberte ofendido y manchado mi alma creada a tu imagen y semejanza. Derrama, Señor, sobre mí tu misericordia; yo, ayudado con tu gracia, haré la penitencia que, en tu nombre, me pide tu Santísima Madre; me haré digno de tu perdón y mereceré la perseverancia en tu santo amor y servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

 

 

  

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

Al presentarme ante tu imagen sagrada, ¡oh Inmaculada y bondadosa Madre!, para honrarte en esta novena, bajo el nombre bendito de Virgen de Lourdes, cumplo con el deseo que manifestaste a todos tus hijos por medio de Bernardita, la hija predilecta de tu amor. Quisiste ver a las muchedumbres postradas a tus plantas y para atraerlas más eficazmente, nos hiciste entrever los esplendores del Cielo, mostrándote en toda la hermosura de tu eterna juventud. Como la paloma del Cantar de los Cantares, te asomaste a las aberturas de la piedra, a la Gruta de la montaña, y el mundo contempló admirado los reflejos de tu resplandeciente rostro y oyó los ecos de tu voz dulcísima. Confirmando con tu palabra venida del Cielo la palabra del Pontífice Supremo que acababa de proclamarte, a la faz de la tierra, Inmaculada en tu Concepción, llenaste su corazón de consuelo y al mundo Católico de júbilo. Las lágrimas y los gemidos de tus hijos, agobiados bajo el peso de sus miserias, llegaron hasta el trono de tu misericordia, y llevada de tu inmensa compasión, acudiste presurosa para sanar sus cuerpos y sus almas. Mandaste, y luego de la tierra dócil salió el agua benéfica y cristalina, cuya misteriosa virtud devuelve vista al ciego y palabra al mudo, vida a los miembros muertos, imagen sensible de la gracia que, pasando por tu Corazón, transforma y resucita a las almas.

  

A tus pies vengo, pues, ¡oh Madre amante!, para escuchar tu voz, exponer mis necesidades y solicitar tus maternales favores. Bernardita era pura cuando se acercaba a la Gruta donde tú la atraías: yo, que soy criatura tan culpable, ¿me atreveré a acercarme al trono de la pureza que rodean los ángeles del Cielo? Tu bondad para con los pecadores me alienta, ¡oh María! Dadme luz, ¡oh Reina de la Sabiduría!, cúbreme con el manto de tu maternal protección, para que en esta novena comprenda tus enseñanzas, me someta a tus consejos, los practique con amor, aleje de mi alma la ira de Dios y merezca en cambio su gracia y su amor. Amén.

 

 


 

DÍA OCTAVO – 9 de febrero.

 

 

MEDITACIÓN: LA FUENTE DE LA GRUTA, SEÑAL DE LA CONFESIÓN.

 

 

El cura de Lourdes había pedido a Bernardita como prueba de la veracidad de las apariciones que floreciese el agavanzo del peñasco. ¡Pobre inteligencia humana! ¡Cuánto más profundas son las miras de María! El hombre, aun cuando sea para asegurar su fe, pide un milagro que al fin solo satisfará su curiosidad, y María le va a abrir los tesoros de su misericordia, descubriéndole un venero de gracias inagotables que a través de los siglos manarán en provecho de la pobre humanidad. Era el 25 de febrero, al llegar la niña a la Gruta, la Virgen María le dijo: “Quiero confiarte, sólo para ti, el último secreto” (ya le había revelado otros dos). Y tras un corto instante añadió: “Ahora ve a beber y a lavarte en la fuente, y come la hierba que hay allí”.

 

Atónita la niña, mira alrededor, pues nunca hubo fuente en la Gruta. Bernardita quiere dirigirse hacia el torrente, más la visión la detiene con un ademán y le dice: “No te he dicho que vayas al arroyo; ve a la fuente que está aquí”. Buscaba la niña, pero nada veía. Con otro ademán, la visión le indicó el lugar, y la niña empezó a escarbar con sus manos la arena.

 

De repente el hoyo hecho por la niña se humedeció, y bajó la mano de ésta, apareció un agua misteriosa que pronto llenó el hoyo. Como estaba mezclada con lodo, y de consiguiente turbia, la niña no se animaba a beberla. Mas al fin, al ver la sonrisa de la visión que la miraba sin cesar, venció su repugnancia, la bebió y se lavó con ella el rostro. Los concurrentes nada comprendían y pensaban que la niña estaba loca. El manantial casi imperceptible al principio siguió creciendo hasta alcanzar el chorro el grueso del brazo de un niño, y desde entonces ni creció ni disminuyó.

  

“Vete a lavar en la piscina”, —dijo Jesús al ciego de Siloé. María repite la misma palabra, no sólo a Bernardita, sino a todos aquellos que van a implorar su protección, y como Jesús, María hace de las aguas de la fuente milagrosa el instrumento de sus innumerables prodigios y de sus maternas misericordias, y no hay casi milagro, en Lourdes, que no tenga o su principio o su conclusión en las benditas aguas, de las cuales parecen manar raudales de salud corporal. Mas, si María sana los cuerpos en las aguas benditas es para manifestarnos que también las almas tienen su baño divino en el cual se deben lavar para sanar. En efecto, las aguas de Lourdes, como las de Siloé, son la imagen de las aguas de la gracia cuyos canales son los Sacramentos y muy en particular el de la penitencia. “Ve y lávate en la fuente”. Almas cristianas, maculadas con la mancha del pecado, ¿queréis limpiaros para ser dignas de comparecer delante de vuestra Madre? Id a lavaros en la fuente. Almas enfermas de la lepra espiritual, ¿queréis recobrar la salud de vuestra alma? Id a lavaros a la fuente, acudid al Sacramento de la Penitencia, purificaos en él de todas vuestras culpas, y vuestra alma será sana y salva. El Sacramento de la penitencia purifica, fortalece, sana, resucita. En él nuestra alma recobrará la verdadera salud que nos hará seguir el camino del deber y nos introducirá después en la celestial mansión.

   



—Aquí se medita y se pide la gracia que se desea conseguir. En seguida se anuncian las intenciones generales: La Santa Iglesia, la Patria, los gobernadores eclesiásticos y civiles, la enseñanza católica, la salud de los enfermos, y la conversión de los pecadores.

 

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

  

SALUD DE LOS ENFERMOS: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

  

REFUGIO DE LOS PECADORES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

 

 

  

Oración del día octavo.

 

 

   Nuestra Señora de Lourdes, Vos que nada rehusáis a la fe de vuestros hijos, haced descender sobre nosotros la fe misma; no sólo la fe que consiste en creer las verdades que la Iglesia enseña, sino también la fe particular, esa fe viva y filial plena y ardiente que tanto agrada al corazón de Dios; esa fe poderosa y sin vacilaciones que recompensa en la tierra concediéndole todo lo que pide y haciendo por ella los mayores milagros. Dadnos la fe de esas almas rectas y sencillas que os han invocado en Lourdes y lejos de Lourdes, y que han obtenido de vuestra inmensa bondad esas extraordinarias curaciones que asombran al mundo. Ciertamente, ¡oh María!, nosotros creemos y con el socorro de la gracia sabríamos morir por nuestra fe, más a pesar de todo, esta fe es tímida, vacilante y tiembla a cada paso en medio de las tinieblas. Hacedla valiente, firme y luminosa. ¡Oh María!, en Vos ponemos nuestra confianza.

 


¡Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros!

  

 

 

PRÁCTICA: Hacer la Comunión sacramental, y en caso de que no se pueda la comunión espiritual.

   

  

GOZOS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

  

Virgen Santa Inmaculada,

De la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Allá en las verdes riberas

Donde sus aguas de plata

El manso Gave desata

Dando vida, inspiración.

A la sombra de sus bosques

La humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

De verduras tapizadas

Se levantan sus montañas

De cuyas ricas entrañas,

Con admirable primor,

Se desprende una ancha Gruta

Que cubre silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Hacia las faldas del monte

Subió un día Bernardita,

La aldeana de Dios bendita

Por sus gracias y candor,

A formar haces de leña

Que diera fuego a su choza.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Súbitamente a la Gruta

De luz un rayo ilumina,

Y en una aureola divina

Más esplendida que el sol,

La reina del Cielo y tierra

Su planta en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

“No temas, hija querida,

Levanta a mí tu mirada,

Soy María Inmaculada,

Soy la Madre de tu Dios

Por teatro elijo este sitio

De mi mano portentosa”.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Dijo la Virgen, y envuelta

Por los pliegues de una nube

Al Cielo de nuevo sube

Que a su paso se entreabrió:

La aldeana vuelve a la vida,

De placer su alma rebosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Al pie de esta misma Gruta,

Diez y ocho veces la aldeana

De la Virgen soberana

La vista recibió,

Otras tantas desafiando

Al malvado victoriosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Sellar quiso sus bondades

La Señora eternamente,

Con una límpida fuente

Que entre las rocas brotó,

Al contacto repentino

De la niña candorosa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

En esas aguas del cielo

El hombre encuentra la vida,

Huye la muerte aterrada,

Calma el triste su dolor,

Y en los triunfos de María

La Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

El lejano peregrino

Va a postrarse ante esa roca

Donde el mundo entero invoca

Tu Divina Concepción.

¡Bendita seas, María!

Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

  

Virgen Santa Inmaculada

De la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa

De tus hijos la oración.

 

 

  

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

Acabo de recibir de tus labios divinos, ¡oh piadosa Madre!, las lecciones que das a la tierra por medio de tu gloriosa y misericordiosa aparición. Para probar tu misión divina a la tierra has multiplicado, como lo hizo tu hijo Jesús, los milagros a favor de los hombres, dando la vista a los ciegos, oído a los sordos; habla a los mudos y salud completa a los enfermos agobiados por toda clase de dolor.

    

En estos enfermos, ¡oh Madre piadosa!, reconozco las dolencias de mi alma que tú has venido a sanar. En su ceguedad, ¡oh María!, mi alma se ha extraviado del camino del bien. En su sordera, ha desentendido la voz de Dios que la llamaba atrayéndola con las caricias de su gracia. En su mudez, ha dejado de alabar a Dios por sus grandezas y beneficios y agobiada por sus múltiples enfermedades, ha dejado de practicar el bien y la virtud. ¡Oh María, refugio de los pecadores y salud de los enfermos!, sana mi alma de las enfermedades que la aquejan. Guíame sin cesar por el camino del bien, haz que mi alma oiga siempre la voz de Dios y no la desatienda jamás, y que cante siempre sus alabanzas; líbrala de todas las enfermedades que la agobian, para que libre del peso de la tentación y del pecado, siga tus huellas, imite tus virtudes y te acompañe en tu vuelo hacia la patria feliz. Así sea.

 

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.